martes, 9 de febrero de 2016

El mito del mes (II): Febrero


Februo (Februus) era el dios al que le estaba consagrado este mes en el calendario romano a causa de la fiesta de la que tomaba el nombre. Esta divinidad solía equiparse a Plutón, el dios de los muertos y del Inframundo, puesto que a él se le celebraban unas fiestas para purificar o lavar la ciudad en los cuales se aplacaban a los muertos con sacrificios y ofrendas. Estas fiestas recibían el nombre de Februalia, las “purificaciones”.

Otra explicación del nombre de este mes parece encontrarse en los instrumentos de purificación, los februa. Éstos, de acuerdo a Ovidio, llegaron a ser todo aquello con lo que se limpiaba el cuerpo, si bien en principio eran unas lanas con las que se limpiaban o barrían las casas después de sacar a un muerto.

Este autor latino nos dice en sus Fastos (II.30-35) respecto a este mes que recibía su nombre de los februa 
                “bien porque los Lupercos cortan una piel y purifican todo el suelo utilizándola como instrumento de purificación, o bien porque la ocasión es pura, una vez que se han hecho las ofrendas de paz a los sepulcros y los días dedicados a los muertos han pasado. Nuestros viejos creían que las purificaciones podían eliminar todo sacrilegio y toda causa del mal” (traducción de Bartolomé Segura Ramos).

Junto a estas fiestas, el 15 de este mes se celebraban otras igualmente importantes: las Lupercalia, en honor de Fauno Luperco (imagen superior). En ellas los lupercales o sacerdotes de este dios sacrificaban víctimas para que mantuviera alejados a los lobos de los rebaños. Sin embargo, la peculiaridad de estas fiestas radica en que los lupercales corrían desnudos por las calles llevando en sus manos el cuchillo empapado en sangre y unos látigos hechos con las pieles de las víctimas con los que golpeaban a las mujeres (las februa) para que éstas se quedaran embarazadas.

Para los griegos, Febrero (mitad de febrero-mitad de marzo) se conocía como Antesterion, mes en el que se celebraban las Antesterias, en honor a los muertos. Éstas duraban tres días (del 11 al 13 de Antesterion) en los que se creía que los espíritus de los muertos vagaban por la ciudad. En el primero de ellos, Pitoigia, se abrían los toneles que habían estado fermentado durante el otoño; en el segundo, Coes, se celebraba una competición sobre la resistencia alcohólica de los participantes en la que cada participante traía su propia copa (de ahí el nombre del día) pero, y eso es lo peculiar del día, la bebía en silencio (es el día que Orestes, aún impuro, llega a Atenas tras matar a su madre Clitemnestra).

También en este día tenía lugar una hierogamia, en la que una “reina” en el papel de Ariadna se casaba con el arconte basileus que tomaba el rol de Dioniso recordando la boda de Dioniso y Ariadna en Naxos. Finalmente, en el tercer día, Chystoi, se hacía una especie de sopa de vino y pan que se vertía en honor de Hermes Ctonio o Psicopompo, dios que acompañaba a las almas en su viaje al Hades, mientras un coro gritaba “¡Fuera de aquí, Keres! ¡Las Antesterias han terminado” [Las Keres son daimones que se llevaban a los espíritus de los muertos].

Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO

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