jueves, 29 de mayo de 2014

Origen simbólico y mitológico del traje de flamenca



La semana pasada llegó a mis oídos una curiosa teoría sobre la simbología del traje de gitana. Tras haberla investigado un poco, no se me ocurre mejor fecha que estos días de feria para compartirla con vosotros. Cierta o no, he escuchado cosas mucho más rocambolescas y rebuscadas que se han dado por ciertas. Y, a fin de cuentas, es tan hermosa que podemos aplicar aquel dicho italiano de "se non è vero, è ben trovato" ("si no es cierto, queda bien").

Antes de nada quiero aclarar mi ignorancia sobre el mundo de la moda y el vestido, por lo que empleo los términos vestido/traje y gitana/flamenca indistintamente. Pido disculpas por los errores o imprecisiones que ello pueda suponer.



Pues bien, a lo que iba: En la Antigüedad existió el culto a diversas diosas similares relacionadas con la feminidad: Astarté, por ejemplo, era la diosa fenicia equivalente a las Ishtar o Inanna mesopotámicas, a la Tanit cartaginesa, a la Afrodita griega y a la Venus romana. Es decir, a grosso modo, todas eran diosas de la belleza, de la feminidad, el amor carnal y la fertilidad.

Para muchas de ellas, especialmente para la propia Asstarté y para Inanna, se utilizó como símbolo la roseta, pues la rosa fue (y sigue siendo) la alegoría del amor y la belleza. Por ello, opiniones más aventuradas relacionan a estas divinidades también con la Virgen María cristiana,  cuyo símbolo en un tiempo fue la misma flor. Sin embargo, los valores e iconografía de María parecen más equivalentes a los de Diana-Artemisa y Minerva-Atenea, por lo que la cautela nos hace dejar aun lado, por ahora, esta opción. Además, este elemento decorativo era paralelamente muy empleado en Europa, sobre todo por los celtas, en este caso aludiendo al sol y, por ello, al nacimiento y a la resurrección.

Si nos remitimos a la más famosa representación de la mencionada pléyade, nos encontramos con el Nacimiento de Venus de Botticelli, en el que observamos la llegada de la diosa según lo cuentan los textos: surgida de la espuma del mar (realmente, esta obra, a pesar de su nombre, representa la llegada de Venus y no su nacimiento; pues, sobre este, existe más de una versión).

Es por ello que hay quien observa en el vestido de gitana la hermosa simbología del culto a la belleza de la mujer: en la parte inferior, los volantes no dejan de ser unas rosetas, el comentado milenario símbolo de aquellas diosas (o incluso serían un guiño a las olas del mar). Y de ellos emerge la parte más ceñida, que ofrece la feminidad física en todo su esplendor.

Por tanto, quien se lo enfunde resulta otra bella Venus que surge de la espuma de las olas... ¿Acaso existen muchas cosas más femeninas que un vestido de flamenca?

...Se non è vero, è ben trovato...
Teo Fernández Vélez
www.eraseunavezcordoba.com


jueves, 22 de mayo de 2014

El signo del mes: Géminis



Conocida también como Gemelos, tras esta constelación se esconde, probablemente, la historia más emotiva entre dos hermanos míticos, Cástor y Pólux, los llamados Dioscuros.

Leda estaba casada con Tindáreo de Esparta, pero su belleza encandiló a Zeus. Para unirse a ella, se transformó en cisne y, en esa forma, tuvo relaciones con Leda, quien, esa misma noche, también las tuvo con su marido. El fruto de esas uniones fueron dos gemelos, pero con naturalezas diferentes, pues Pólux era inmortal, como hijo de Zeus, y Cástor mortal, como hijo de Tindáreo. 

Otras versiones del mito los hacen nacer con sus hermanas, Helena y Clitemnestra. Así, Pólux formaría pareja con Helena y Cástor con Clitemnestra. Los cuatro, a su vez, nacerían de dos huevos –lo que remite a la unión de su madre con Zeus-cisne.
  
Ambos gemelos crecieron y, como escribe Eratóstenes (Catasterismos 10), “aventajaron a todos en amor fraterno, pues no se pelearon ni por mandar ni por otro motivo, sino que lo hacían todo a la vez y juntos”. Un día, luchando contra sus primos Linceo e Idas en Esparta, Cástor recibió un ataque de Idas y murió, mientras Pólux fue herido por Linceo, al que mató. Zeus fulminó a Idas y arrebató al Olimpo a Pólux, quien no quiso ir sin su hermano y suplicó a Zeus que le concediese compartir la inmortalidad con Cástor. El Olímpico, entonces, accedió y permitió que ambos estuvieran en el mismo lugar pero en días alternos, o durante medio año, según Píndaro y Homero. Así, mientras Pólux estaba en el Olimpo, Cástor lo estaba en el Hades y viceversa.

No obstante, para recompensar el amor que se profesaban entre ellos, Zeus les dio el nombre de Gemelos y los insertó entre los astros en un mismo lugar.

Eratóstenes nos describe la posición de las estrellas en Géminis de la siguiente manera:
“El que se halla sobre el Cangrejo tiene sobre la cabeza <una brillante; en cada hombro, una brillante; en el codo derecho, una; en la mano derecha, una>; en cada rodilla, una; <en cada pie: en total, nueve>. El que está a su lado tiene, sobre la cabeza, una brillante; en el hombro izquierdo, una brillante; en cada tetilla, una; en el codo izquierdo, una; en la punta de la mano, una; en la rodilla izquierda, una; en cada pie, una; bajo el pie izquierdo, una que recibe el nombre de Antepié: <en total, diez>” (traducción de José B. Torres Guerra).

Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO

Si quieres descubrir los mitos de tu ciudad,
no te pierdas nuestra ruta nocturna Leyendas de Córdoba
(haz click aquí para ver la info sobre ella en nuestra web) 


martes, 13 de mayo de 2014

Conócenos (II): Ángela Laguna


1. Breve CV:
Licenciada en Historia del Arte y miembro del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras. Su formación se centra en el siglo XIX, la época de la literatura romántica y la recuperación de antiguas leyendas, así como de los artistas Rafael Romero Barros y Julio Romero de Torres.

2.- Rol en Érase una vez Córdoba:
Por ello, es una de los dos monitores de la ruta nocturna Leyendas de Córdoba y monitora de La Córdoba de Julio Romero de Torres, pintor cuyo museo conoce especialmente bien por haber participado en su musealización.

3.- Libro favorito (desde esta pregunta, responde ella en primera persona):
La sombra del viento, de Carlos Ruiz-Zafón. Una lectura adolescente y todo lo que conlleva. No creo que tenga otro libro que haya leído tantas veces. De momento no he encontrado otra lectura que me haya llenado como esa.

4. Película favorita:
¡Moulin Rouge!, Largo domingo de noviazgo, Desayuno con diamantes... Supongo que es muy difícil tener una sola película favorita. Todos son referentes infatiles/juveniles porque hoy en día, como me ocurre con los libros, no he encontrado ningún "peliculón" que me haga emocionarme tanto como antes.

5. Canción favorita:
Florence + the Machine. Concretamente esta canción es mi favorita, me pone "gallina de piel" (como diría Cruyff)

6. Un lugar (que no sea Córdoba):
Vila-Seca, el lugar donde me crié.

7.- Lo que más te gusta de tu trabajo con Érase una vez Córdoba: 
Me encanta el simple hecho de contar historias a la gente y ver la cara de sorpresa que ponen. La sensación de "enseñar cosas nuevas" es genial.

8. Una época del año:
El Mayo cordobés, sin duda.

9. Una recomendación cordobesa para foráneos:
Que se dejen llevar por el entorno y los que viven en él, que cuantos menos mapas consulten, mejor y que no tengan miedo a perderse, que encontrarán lugares maravillosos y llenos de encanto.

10. Habiendo nacido fuera, ¿cuál fue la mayor sorpresa al llegar a Córdoba?
El hecho de crecer fuera (aunque nací en Córdoba) me ha hecho comparar el lugar donde crecí y mi ciudad de origen. Probablemente la mayor "sorpresa" haya sido el simple hecho de vivir aquí es un privilegio: la gente, algunos lugares... ¡hasta la comida! No sé, siempre he tenido esta ciudad como idealizada (por aquello de venir en vacaciones, supongo) pero ahora he comprobado que esa idealización ha sido fundada.

viernes, 2 de mayo de 2014

El mito del mes: Tauro



Bajo el signo de Tauro se esconden dos explicaciones míticas relacionadas con dos mujeres a las que Zeus amó: Europa e Ío.

De acuerdo a una de ellas, este animal fue colocado entre las estrellas por haber sido el “transporte” de la princesa Europa desde su Sidón natal –en otras versiones es Tiro- hasta la isla de Creta. Europa, hija de Agenor y Telefasa, jugaba con sus compañeras en las playas de Sidón. Cuando Zeus, al verla, se enamoró de ella y decidió llevársela con él, para lo que se transformó en un hermoso toro blanco. Se acercó y se posó al lado de la joven quien, asustada al principio, acabó acariciando al animal, asombrada por su mansedumbre. Confiada como se encontraba, se sentó sobre los lomos del animal, que aprovechó la ocasión para arrojarse con ella al mar y conducirla hasta Creta, donde reveló su verdadera persona –Zeus- y se unió a la joven. Por el servicio prestado el olímpico catasterizó al animal en una estrella brillantísima.

Otra versión que explicaría la razón de la conversión en estrella del toro se relaciona con Ío, doncella argiva también amada por Zeus y sacerdotisa de Hera. En este caso, no sería un toro, sino una ternera o vaca, ya que esta joven fue metamorfoseada en tal animal para escapar de la ira de Hera. Enamorado el dios de la muchacha por su belleza, le ordenó a través de un sueño unirse a él. Ío consultó la interpretación de ese sueño con los oráculos de Delfos y Dodona, los cuales le aseguraron que si esa unión no se efectuaba, la casa y la estirpe paternas serían fulminadas. Ante tal advertencia la joven se unió con el olímpico, lo que le arrastró ser objeto de los celos y la ira de Hera, esposa de Zeus. Para mitigar las consecuencias de su aventura, Zeus transformó a Ío en una ternera, a la que Hera fustigó haciendo que un tábano la persiguiera sin descanso, hasta que la joven llegó a Egipto, donde recuperó su forma humana y recibió honores divinos. De esta manera, la vaca, imagen de Ío y en atención a ella, fue convertida en estrella.


            Según Higinio, Astronomía 2.20, la posición de las estrellas en Tauro es la siguiente:

 “Tiene una estrella en cada cuerno, pero la que más brilla es la del izquierdo; una en cada uno de los ojos; otra en medio de la frente y otra en el punto donde nacen los cuernos. Estas siete estrellas se llaman Híades, aunque algunos niegan la existencia de las dos últimas, a las que nos acabamos de referir, de modo que hacen un total de cinco. Además, tiene una estrella en la rodilla delantera izquierda; una sobre la pezuña; otra en la rodilla derecha; tres en el lomo, de las cuales la última es la más brillante, y una en el pecho, En total, además de las Pléyades, dieciocho.” (traducción de Guadalupe Morcillo Expósito).


Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO