Conocida también como Gemelos, tras esta constelación se esconde,
probablemente, la historia más emotiva entre dos hermanos míticos, Cástor y
Pólux, los llamados Dioscuros.
Leda estaba casada con Tindáreo de Esparta, pero su belleza
encandiló a Zeus. Para unirse a ella, se transformó en cisne y, en esa forma,
tuvo relaciones con Leda, quien, esa misma noche, también las tuvo con su
marido. El fruto de esas uniones fueron dos gemelos, pero con naturalezas
diferentes, pues Pólux era inmortal, como hijo de Zeus, y Cástor mortal, como
hijo de Tindáreo.
Otras versiones
del mito los hacen nacer con sus hermanas, Helena y Clitemnestra. Así, Pólux
formaría pareja con Helena y Cástor con Clitemnestra. Los cuatro, a su vez,
nacerían de dos huevos –lo que remite a la unión de su madre con Zeus-cisne.
Ambos gemelos crecieron y, como escribe Eratóstenes (Catasterismos 10), “aventajaron a todos
en amor fraterno, pues no se pelearon ni por mandar ni por otro motivo, sino
que lo hacían todo a la vez y juntos”. Un día, luchando contra sus primos
Linceo e Idas en Esparta, Cástor recibió un ataque de Idas y murió, mientras
Pólux fue herido por Linceo, al que mató. Zeus fulminó a Idas y arrebató al
Olimpo a Pólux, quien no quiso ir sin su hermano y suplicó a Zeus que le
concediese compartir la inmortalidad con Cástor. El Olímpico, entonces, accedió
y permitió que ambos estuvieran en el mismo lugar pero en días alternos, o
durante medio año, según Píndaro y Homero. Así, mientras Pólux estaba en el
Olimpo, Cástor lo estaba en el Hades y viceversa.
No obstante, para
recompensar el amor que se profesaban entre ellos, Zeus les dio el nombre de
Gemelos y los insertó entre los astros en un mismo lugar.
Eratóstenes nos describe la posición de
las estrellas en Géminis de la siguiente manera:
“El que se halla sobre el Cangrejo tiene
sobre la cabeza <una brillante; en cada hombro, una brillante; en el codo
derecho, una; en la mano derecha, una>; en cada rodilla, una; <en cada
pie: en total, nueve>. El que está a su lado tiene, sobre la cabeza, una
brillante; en el hombro izquierdo, una brillante; en cada tetilla, una; en el
codo izquierdo, una; en la punta de la mano, una; en la rodilla izquierda, una;
en cada pie, una; bajo el pie izquierdo, una que recibe el nombre de Antepié:
<en total, diez>” (traducción de José B. Torres Guerra).
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO
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Una leyenda muy bonita e interesate
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