Para hablar de la catasterización (transformación en estrella) de Cáncer es necesaria la
presencia de un héroe, Heracles, y un monstruo, la hidra de Lerna.
Uno de los doce trabajos de Heracles consistía en matar a la hidra
de Lerna, monstruo criado por Hera, esposa de Zeus, para matar al héroe, al que
odiaba por ser éste hijo de una de las amadas por el dios. Suele ser
representada como una serpiente de varias cabezas –oscilan según los autores
entre seis y cien-, de las cuales una es inmortal. El resto de ellas eran
mortales y su número se doblaba cuando eran cortadas. Para vencerla, Heracles
necesitó la ayuda de su sobrino Iolao, quien quemaba el “cuello” de cada cabeza
cortada –para que ésta no se reprodujese- con tizones de árboles quemados de un
bosque cercano previamente incendiado. La cabeza inmortal fue cortada y
enterrada, y sobre ella el héroe griego colocó una gran piedra.
Hera envió una
ayuda extra a la hidra en forma de cangrejo, crustáceo que vivía en el pantano
de Lerna. Éste picó a Heracles en el talón y el héroe, enfurecido, lo aplastó.
Cárcino –o el
cangrejo- fue catasterizado por Hera por la ayuda prestada en la lucha y por su
sacrificio.
Sin embargo, la
constelación de Cáncer queda incompleta si no se recoge la historia de los
Burros. Varios son los mitos que se relatan sobre ellos.
Uno de ellos
(Higinio, Astronómica 2.23) remite de
nuevo a Heracles, cuando Hera lo volvió loco. El héroe se dirigía al oráculo de
Hera en Dodona para preguntar a la diosa cómo recobraría su perdida salud
mental, cuando un pantano le impidió seguir su camino. De repente, dos burros
se le aparecieron y uno de ellos le sirvió como medio para cruzar el pantano
sin que sus pies tocaran el agua. Finalmente, llegó al templo de Hera y por
ello, los burros fueron colocados entre las estrellas.
La segunda
versión la trasmite Eratóstenes (Catasterismos,
11) de la siguiente manera: “Se dice que, cuando los dioses salieron en campaña
contra los Gigantes, Dioniso, Hefesto y los Sátiros marchaban a lomos de
burros. Cuando los Gigantes no habían sido vistos aún por ellos, aunque ya se
hallaban cerca, los burros rebuznaron y los Gigantes, al oír el ruido, se
dieron a la fuga. Por ello se les concedió el honor de figurar en el Cangrejo,
hacia la parte de poniente”.
Eratóstenes, de nuevo, nos describe la
posición de las estrellas en el Cangrejo así:
“El Cangrejo tiene, sobre su caparazón, dos
estrellas brillantes: éstos son los Burros; la nebulosa que se ve allí es el
Pesebre: parece que se hallan de pie a su lado. En cada pata del lado derecho tiene
una estrella de brillo escaso; en las de la izquierda, en la primera hay dos de
brillo escaso, en la siguiente <dos> y en la tercera <una>. De
igual manera, en el extremo de la cuarta hay <una>, en su boca
<una> y, en la piza derecha, tres; en la pinza izquierda tiene
<dos> similares, <no> grandes: en total, dieciocho” (traducción de
José B. Torres Guerra).
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO