Vamos con otra de
sarcófagos. Este, a pesar de ser mucho menos conocido que el anterior, es más
importante para la historia popular de Córdoba, pues una de sus
interpretaciones lo convierte en el sepulcro de los patrones de Córdoba, los
mártires San Acisclo y Santa Victoria.
Actualmente, y desde hace mucho tiempo, este sarcófago paleocristiano de mármol de Carrara de entre el siglo III y IV d.C. – más probablemente de mediados del siglo IV d.C. – está incompleto, puesto que le falta parte de su estructura. Aun así sabemos que su frontal estaría formado originalmente por dos recuadros con estrígilos* con molduras a modo de marco y una escena en el centro en la que aparecen dos personajes masculinos. A esta imagen se le sumarían dos más en los laterales del sarcófago, de las cuales solo se conserva una en la que aparecen igualmente dos figuras humanas. Pero como el sepulcro no ha llegado a nuestros días en las mejores condiciones se ha perdido la tercera escena del conjunto, que estaría en el otro extremo lateral, el cual, desafortunadamente, no se conserva.
A pesar de que las últimas investigaciones indican que las imágenes representan escenas de la vida de San Pedro, tradicionalmente se ha pensado que este sepulcro pertenecía al patrón de Córdoba San Acisclo, y que las imágenes narrarían pasajes de su vida. Es por esta razón por la que la pieza se encuentra actualmente en el la Ermita de los Santos Mártires. Y como a nosotros lo que nos interesa es conocer Córdoba a través de sus leyendas y mitos vamos a hacer como si no supiéramos nada de San Pedro para tener un excusa con la que hablar de los patronos de nuestra ciudad. Porque no, señores, San Rafael no es el patrón de Córdoba, sino su custodio. Los patrones son estos dos hermanos, Acisclo y Victoria (aunque se duda de la existencia de esta última puesto que no aparece en multitud de fuentes), quienes, al parecer, fueron los primeros mártires cristianos de la ciudad de Córdoba durante la época del Imperio Romano.
Cuenta la tradición que ambos fueron criados, tras haber quedado huérfanos y morir su haya, por una cristiana llamada Iniciana, la cual les inculcó su fe en Dios. Años más tarde – en el 313 d.C. según las fuentes – y ante la orden del pretor Dión de dar muerte a todo aquel que no profesase su fe a los dioses romanos y al emperador, estos hermanos decidieron seguir haciendo pública su fe, por lo que fueron perseguidos, capturados, torturados y martirizados. Al final, murieron, según cuenta la historia, sin renegar de su fe. Él, degollado en el Guadalquivir. Ella, asaeteada en las cercanías del anfiteatro romano. Y los dos acabarían enterrados en este sarcófago llamado “de los Santos Mártires”, el cual, tras muchos avatares acabó su la basílica homónima.
Actualmente, y desde hace mucho tiempo, este sarcófago paleocristiano de mármol de Carrara de entre el siglo III y IV d.C. – más probablemente de mediados del siglo IV d.C. – está incompleto, puesto que le falta parte de su estructura. Aun así sabemos que su frontal estaría formado originalmente por dos recuadros con estrígilos* con molduras a modo de marco y una escena en el centro en la que aparecen dos personajes masculinos. A esta imagen se le sumarían dos más en los laterales del sarcófago, de las cuales solo se conserva una en la que aparecen igualmente dos figuras humanas. Pero como el sepulcro no ha llegado a nuestros días en las mejores condiciones se ha perdido la tercera escena del conjunto, que estaría en el otro extremo lateral, el cual, desafortunadamente, no se conserva.
A pesar de que las últimas investigaciones indican que las imágenes representan escenas de la vida de San Pedro, tradicionalmente se ha pensado que este sepulcro pertenecía al patrón de Córdoba San Acisclo, y que las imágenes narrarían pasajes de su vida. Es por esta razón por la que la pieza se encuentra actualmente en el la Ermita de los Santos Mártires. Y como a nosotros lo que nos interesa es conocer Córdoba a través de sus leyendas y mitos vamos a hacer como si no supiéramos nada de San Pedro para tener un excusa con la que hablar de los patronos de nuestra ciudad. Porque no, señores, San Rafael no es el patrón de Córdoba, sino su custodio. Los patrones son estos dos hermanos, Acisclo y Victoria (aunque se duda de la existencia de esta última puesto que no aparece en multitud de fuentes), quienes, al parecer, fueron los primeros mártires cristianos de la ciudad de Córdoba durante la época del Imperio Romano.
Cuenta la tradición que ambos fueron criados, tras haber quedado huérfanos y morir su haya, por una cristiana llamada Iniciana, la cual les inculcó su fe en Dios. Años más tarde – en el 313 d.C. según las fuentes – y ante la orden del pretor Dión de dar muerte a todo aquel que no profesase su fe a los dioses romanos y al emperador, estos hermanos decidieron seguir haciendo pública su fe, por lo que fueron perseguidos, capturados, torturados y martirizados. Al final, murieron, según cuenta la historia, sin renegar de su fe. Él, degollado en el Guadalquivir. Ella, asaeteada en las cercanías del anfiteatro romano. Y los dos acabarían enterrados en este sarcófago llamado “de los Santos Mártires”, el cual, tras muchos avatares acabó su la basílica homónima.
*Especie de cepillo
metálico con acanaladuras en forma de S que usaban los romanos y griegos para
quitarse el aceite, el sudor, etc. (En el texto, se refiere a la decoración
ondulada del sarcófago).
Isa Barrado
Colaboradora Honoraria
del Departamento de Historia Moderna
del Departamento de Historia Moderna
de la Facultad de Filosofía y Letras
(Imagen: www.cordobapedia.es)
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