domingo, 26 de abril de 2015

GarabaTEOs (VI): Papá, ¿por qué somos del Córdoba?


Mi memoria futbolera se pierde en dos partidos que fui a ver con mi padre al desaparecido estadio de El Arcangel antes de que yo sintiera interés real por el fútbol; tenía esa edad en la si te preguntan de qué equipo eres, uno responde con el comodín: "soy del España".

Uno de esos partidos fue precisamente el España-Francia sub'21 que enfrentó a la generación española que ganaría la Medalla de Oro en las olimpiadas de Barcelona'92 con los jugadores galos que años después alzarían la Eurocopa y el Mundial. De hecho, fue expulsado un jugador del combinado visitante del que nunca habíamos escuchado hablar: un tal Zidane. Y el resultado final fue de 0-0.

El otro partido que viví en el viejo Arcángel sí fue del Córdoba, y también terminó con empate, pero no recuerdo ni el resultado exacto ni el rival. Sí que recuerdo que, años después, terminado ya el Nuevo Arcángel, fuimos a un tercer encuentro: un Córdoba-Recreativo de Huelva que, una vez más, terminó con tablas en el marcador. El empate era mi sino. Así como el llegar tarde porque mi padre siempre se perdía...

Todo cambió cuando subimos a Segunda División en 1999. Un servidor estaba en plena efervescencia futbolística adolescente y no solamente me aboné, sino que el club pasó a convertirse en Sociedad Anónima y, para poner nuestro granito de arena, compré una acción a medias con mi padre por 10.000 pesetas (acción que, claro, se puso a mi nombre).

De hecho, el gol que más he celebrado en mi vida no es el del ascenso en Las Palmas, ni el de Mijatovic en Amsterdam (uno es humano y también tiene sus debilidades-colores entre los grandes), ni el de Ramos en la final de Champions del año pasado. El gol que más he festejado es el de Gallego al Atlético en el minuto 93, con el que empatábamos el primer partido en el que los colchoneros nos visitaron en su paso por la categoría de plata.

Como se deduce de todo ello, mi emotividad blanquiverde (y supongo que la de muchos más cordobeses de mi generación) se condensa en Segunda. Por eso, si el descenso se consuma, no habría que tomarlo como un fracaso, sino como una vuelta a casa tras la experiencia en Primera, para seguir poniendo mimbres sólidos de cara un futuro nuevo asalto. Y es, sin duda, el momento ideal para demostrar que la afición cordobesista apoya a su equipo en las buenas y en las malas.

El año pasado subimos todos... Y este año bajaremos todos.


Teo Fernández Vélez
Imagen: EFE

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