La etimología del mes de Mayo para los latinos es diversa. De
hecho es posible, según recoge Ovidio, hacer derivar el nombre de tres posibles
raíces. La primera vendría de maiestas,
y sería la divinidad (Majestad) que se sienta junto a Júpiter, custodia a
Júpiter y le proporciona el cetro a este dios. También la segunda opción
aparece relacionada en tanto que está al lado de y aporta consejo a otras
personas. En este caso, se hace derivar de maiores
y les fue dedicado este mes por Rómulo al ser grande el respeto que ellos
tenían en la ciudad (el mes siguiente fue consagrado a los jóvenes, iuniores). No obstante, la tercera
posibilidad es la más conocida, proveniente de la diosa Maia, madre de Mercurio (o Hermes). Cuando Evandro llegó desterrado
a los campos de lo que sería Roma, enseñó a sus gentes, entre otras cosas, los
ritos de este dios, el que concedió el honor de llamar al mes con el nombre de
su madre.
Durante este mes
son varias las fiestas que se celebran. Por su paralelo floral con nuestro mayo
cordobés se encuentran las Floralia,
que, en realidad, abarcarían dos meses (abril y mayo, en concreto del 28 de
abril al 3 de mayo). Dedicada a Flora (“¡Madre de las flores, ven, que has de ser
festejada con juegos y regocijos!”), esta diosa sufrió una suerte similar
a Perséfone (o Proserpina), ya que fue raptada por
Céfiro, quien la convirtió en su esposa. Sin embargo, ella goza “de una
primavera eterna” que expande no sólo por los campos silvestres, sino por los
de labranza.
Sus fiestas,
conocidas por las licencias que en ellas se permiten como por los vestidos de
muchos colores en su honor, se instituyeron como propiciación por el honor no
dado a esta diosa. Después de un largo tiempo en el que Flora descuidó su deber
por el vacío que le hicieron los padres romanos, éstos establecieron una fiesta
anual con juegos para apaciguar la vanidad de la diosa y que ésta devolviera la
exuberancia, el colorido y la fructificación a la tierra. La razón
de que su fiesta sea tan colorida la ofrece la misma diosa al poeta Ovidio:
“Bien porque
los campos relucen con flores purpúreas, ha parecido que las luces constituyen
un buen ornato para los días a mí dedicados;
bien porque ni la flor ni las llamas tienen colores apagados y ambos brillos
atraen las miradas; bien porque a nuestros regocijos conviene el libertinaje
nocturno” (Ovidio, Fastos V. 362-369)
En lo que a Grecia se refiere, el calendario ático conoce Mayo como el mes Targelion
(mitad de mayo-mitad de junio), mes consagrado a Apolo que nació el día 7 del
mismo (su hermana Ártemis nació un día antes para ayudar a su madre en el parto
del hermano). En él se celebraban las Thargelia
o fiestas de los primeros frutos de verano, ya que el thargelos es el pan elaborado con los primeros granos segados y
llevados a las casas.
Las
Thargelia eran unas fiestas de purificación de la ciudad que se comenzaban a
celebrar el 6 de este mes. Consistían en la expulsión del “phármakos” o víctima humana
que cargaba con todas las “manchas” de la ciudad. Había dos víctimas, uno para
los hombres y otro para las mujeres. Ambos eran alimentados a expensas de la
ciudad. Antes de su expulsión eran azotados por siete veces con ramas de
higueras silvestres y se les proveía de queso y un pastel de higos, a la par
que a su cuello se les ataba un higo blanco y otro negro. A continuación, eran expulsados de la ciudad y con ellos,
cualquier espíritu maligno que pudiera hacer daño a la ciudad, a sus miembros o
a sus posesiones. Al día siguiente, tras la purificación de la ciudad, se
celebraba la llegada de Apolo Pitio. En el segundo día de la fiesta, el 7 de
Thargelion, se comían los thargeloi.
Dámaris Romero
Profesora de Filología Clásica de la UCO
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