Cuenta la tradición que fue una de las subidas del Guadalquivir (marcadas en uno de los muros del patio del Santuario de la Fuensanta) la que dejó, al retirarse, un cocodrilo campando por la zona (que entonces, tenía más huertas que casas).
Devoró el reptil multitud de animales, así como algún que otro despistado campesino, hasta que alguien se atrevió a hacerle frente. Según unas versiones, fue un cojo, que lo mató con su muleta desde la copa de un árbol, usando como cebo de un pan que colocó al pie del tronco. Otras hablan de un condenado a muerte que se ofreció a intentar la hazaña si, en caso de conseguirla, le era perdonada su pena.
Fuese uno u otro el autor, el cadáver del animal, al que llamaban "el caimán", terminó donándose al santuario como exvoto a la Virgen de la Fuente Santa. Y robándole, desde entonces, el protagonismo en cada velá...
Teo Fernández Vélez
(Texto protegido por la Ley de Propiedad Intelectual)
Imagen: Cordobapedia
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