jueves, 10 de septiembre de 2015

La leyenda del Pozo de las Vírgenes


El Convento de La Victoria fue derruido en la segunda mitad del s. XIX para ampliar el espacio donde se celebraba la Feria de la Salud (ubicación esta que se mantuvo hasta finales del s. XX). Desde al menos un milenio antes aquel había sido un lugar habitado por religiosos cristianos: Ya en tiempos de Almanzor, caudillo simpatizante de los fieles a Jesús, este era un cenobio que acogía a muchas bellas hijas de familias musulmanas convertidas al cristianismo, lo cual había despertado recelos en los jóvenes adoradores de Alá.

Por eso, la noche en la que el Almanzor cayó frente a las tropas cristianas muy lejos de Córdoba, un misterioso pescador comunicaba esa derrota, a modo de visionario, por las calles de nuestra ciudad. Ante tal noticia, parte de la población islámica se echó a la calle y culpó a los cristianos, dando rienda suelta a saqueos y abusos de todo tipo hacia ellos.

En medio del caos, un grupo de jóvenes, frustrados por el hecho de que tan hermosas doncellas hubieran cambiado su credo y decidido mantenerse puras toda su vida, se tomaron también por su cuenta lo que consideraban justicia, e intentaron asaltar el monasterio para abusar de ellas.

Fueron derribando puertas y forzando cancelas hasta que el horrible trance se hacía inminente, por lo que las asediadas decidieron refugiarse en la sacristía del templo, portando todas una vela en la mano y luciendo una serenidad que solamente podía explicarse con su profunda fe.

Curiosamente, a nadie encontraron en esa estancia los asaltantes cuando consiguieron entrar. Pero un instante después debieron huir porque llegó al lugar el hijo de Almanzor, que había conseguido apaciguar los ánimos de aquella abominable noche. Y halló en la sacristía un pozo rodeado de velas. Un pozo en cuyas paredes interiores podían distinguirse manchas de sangre y de cuyo fondo aún salía algún leve y agonizante gemido.

Entones comprendió que las novicias habían preferido la muerte antes que ser alcanzadas y mancilladas.

Desde entonces, ese pozo, que aún se conserva, se conoce como El pozo de las vírgenes.

Teo Fernández Vélez
(Texto protegido por la Ley de Propiedad Intelectual)

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1 comentario:

  1. Muy bonitas e interesantes , todas las historias que cuentas muchas gracias por danos a conocer todas esas historias

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