Hoy termina el mercado medieval de la Plaza de la Corredera, celebración que no deja de parecernos un pastiche más parecido a un parque temático que a un acontecimiento cultural. Pero no podemos negar su éxito, su efecto revitalizador de la zona (consecuencia de aquel) y su gran sentido histórico, ya que la vinculación de este enclave con el comercio no se limita a las diversas alteraciones sufridas en el último siglo "y pico":
Como por la mayoría de los cordobeses es sabido, la actual calle San Fernando se ha llamado tradicionalmente Calle de la Feria en relación precisamente a la gran actividad comercial que tenía lugar en ella y que se extendía hasta la Plaza del Potro. De hecho, esta última ha sido incluída en el mercado del que hablamos, lo cual nos parece coherente (teniendo en cuenta además su estética medieval) pero al mismo tiempo arriesgado de cara a la conservación de un punto tan frágil de nuestro casco antiguo.
A esos dos entornos habría que sumar la aparición de la comentada Plaza de la Corredera, idea nacida a partir de la celebración en el mismo lugar que ocupa de un mercado semanal en el siglo XVI, si bien la reordenación que le concedió el homogéneo aspecto actual corresponde al XVII. Así, esta vino a acaparar precisamente gran parte de la actividad en cuanto a festejos y comercio que antes tenían aquellos.
Dicho de otra forma, desde finales de la Edad media y hasta tiempos relativamente recientes, fueron dos plazas llevadas a cabo en los
amplios espacios vacíos de la Ajerquía las que aglutinaron sucesivamente la vida de la ciudad
cuando esta abandonó el eje Alcázares-Mezquita-Catedral. Después, la llegada del ferrocarril "tiró" de ella hacia el noroeste, haciéndola volver a lo que había sido la Corduba primigenia romana y dando lugar al centro moderno, que, del mismo modo, gira en torno a otra plaza: la de las Tendillas.
Teo Fernández
*Imagen tomada de www.hostallacorredera.com
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